lunes, 2 de enero de 2012

En recuerdo de Manuel Barbié Nogaret


Manu Barbié, Manu para los amigos, era un hombre bueno, educado, honradísimo, cariñoso, trabajador infatigable y lleno de ideas y proyectos. Trabajar con él siempre fue fácil porque ante todo, era cumplidor, una virtud hoy en día algo escasa; pero además, creía en lo que proponía o le proponían y siempre había con él un diálogo enriquecedor.

Lo recuerdo en primer lugar como alumno mío que fue: tímido pero siempre atento en clase, sumamente estudioso y un entusiasta de las vanguardias clásicas, un amor del que me siento en parte un poco responsable. Vio muy bien que éste era su camino y se convirtió en uno de los mejores galeristas de este período en España.

Su éxito suscitó, en una ocasión, las envidias de mas de uno y debido a su juventud e inocencia, fue víctima de los antagonismos y rencillas a muerte entre dos expertos internacionales que lo utilizaron sin ningún escrúpulo. Aun ayer en El País (30/12/12) una necrológica sumamente vil ponía reparos a su actuación.

Pero él ,tras independizarse en el año 2000 de su colaboración con su padre- con quien aprendió el oficio- pareció superar muy bien esta historia y se lanzó a su nueva galería en el Paseo de Gracia, una de las más elegantes de Barcelona sino la que más, en donde vimos obras y exposiciones magníficas. Abrió con una exposición de Robert y Sonia Delaunay, cuya representación se disputaban los mayores galeristas extranjeros y que Manu Barbié consiguió gracias a su rectitud en los negocios y excelente trato. Allá vimos una maravillosa exposición Juan Gris, de altura internacional. En la anterior galería habíamos hecho una retrospectiva del surrealista Georges Hugnet, en la que el Museo Reina Sofía le compró cuatro piezas.

Permítanme que recuerde que España y también Catalunya es un país culturalmente bastante atrasado. El hecho de que en la galería de Manu Barbié pudieran verse obras de Brancusi, el Picasso de primera época y el cubista, Oscar Domínguez, De Chirico, André Masson, Calder, Yves Tanguy, Man Ray, Fontana, Saura, Palazuelo, magníficos Mirós como el collage Enamorados en la noche de 1934,maravillosos Julio Gozález, Gargallo y Cristòfol, y evidentemente Tàpies y muchos otros era un lujo y hacía de su trabajo algo excepcional. De Julio González, por ejemplo, mostraba El túnel y El beso, cuyos originales en hierro están en la Tate Gallery de Londres. En clase, explicando estos autores, tenía que referirme a esta galería para que los alumnos vieran piezas “de verdad” ya que nuestros museos catalanes lamentablemente no muestran a alguno de estos autores, o lo hacen muy raramente.

Manu era vitalista, aunque comedido. Al menos lo era conmigo, supongo que por la diferencia de edad. Su ligera tartamudez que acababa de superar le daba un toque de fragilidad que aun lo hacía mas entrañable. Se detectaba en él, tras su apariencia perfecta y su mirada clara, un afán constante de superación pero todo lo hacía con una gracia y savoir faire infinitos. Lo añoraremos muchísimo, en primer lugar como excepcional persona que fue, pero también, como uno de los galeristas que más y mejor contribuyó a la promoción de la calidad en el coleccionismo catalán y español.

Victoria Combalía